Y el de hoy no ha sido precisamente un día fácil para la comunidad parroquial de la Inmaculada, que ha vivido con profundo sentimiento de dolor la marcha del sacerdote Tomás Álvarez, quien venía prestando servicio continuado como adscrito a la parroquia desde hace casi 15 años. Éstos últimos días se han convertido en una constante muestra de cariño y despedida hacia el presbítero leonés en su propio domicilio, procedentes de las muchas amistades que se ha labrado en la ciudad desde que empezó a celebrar Misa a los pies de La Purísima durante su descanso estival ininterrumpidamente desde 1985.